El negro cubria mi cielo,
las pupilas escondidas en el alma,
mi corazón soñando con hadas y principes.
Los adoquines dibujaban mis pies,
paso a paso,
en una larga penitencia del alma.
Con la sonrisa desdibujada,
la verdad encima de la mesa,
y un aura rozando la inmensidad del paraiso.
29.12.08
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