15.9.12

Continuación de la anterior:

Ya sé porqué me inspiraba la noche para escribir:
Porque no venía mi madre a joderme las rachas 
y podía llorar, reír y evadirme mientras las palabras 
resbalaban entre los dedos de mis manos...

Por eso me inspiraba la noche, 
porque jamás puso trabas a mi inspiración...

Para bien y para mal... Los padres


Ahora me doy cuenta de cómo cambian las inquietudes con los años...
cuando empecé a escribir únicamente derramaban tinta mis pasiones. 
Hoy en día la chispa que encendía la llama de la escritura se ha mitigado, 
bien por el aumento de las responsabilidades, 
bien por la diversidad de tecnologías que ocupan mis ratos de apatía, 
pero me he dado cuenta que hay algo que comienza a preocuparme, 
y es el perder a mis padres.

Es algo en lo que jamás había pensado, 
me preocupa y me hace no querer perder un minuto junto a ellos,



y mira por donde... como desde que tenía 14 años,
acaba de aparecer mi madre y romperme la inspiración...
no se qué monita de radar tiene, que cuando estoy en racha viene y me jode!

Si supiera lo que estoy escribiendo... seguro que se habría estado quieta.
pero como siempre, a joderme las pocas puñeteras rachas escritoras que tengo...
por esa parte me iría al fin del mundo para poder hacer lo que me diera la gana, 
lo juro, porque no entiendo qué sensor tiene para joderme las rachas escritoras.

Si supiera lo que me fastidia...
si supiera la de miles de momentos de gloria que me ha jodido....

me cago en todo!

Tan lejos y tan cerca

Me da vértigo veros a la vuelta de la esquina,
mi juventud parece avanzar más deprisa que mis pasos,
la veo perderse en el horizonte, 
resbalando de mis años,
mientras yo me quedo anclada en sus días.

Me siento como una universitaria madura,
como una adolescente con independencia,
como una chiquilla con responsabilidades,
como una joven novata con experiencia...

Llegan los treina...
y con ellos la necesidad de ser un adulto en toda regla,
con el aplomo de acertar en tus decisiones,
con la obligación de ser un referente para los más jóvenes,
teniendo una vida desvinculada del amparo de tus padres que defender...
pero al mismo tiempo, con la sensación de ser una niña indefensa 
a la que le abordan millones de dudas
y a quién una pregunta le ronda a toda hora:
¿seré capaz de estar a la altura?

Los años y el tiempo no se andan con chinitas:
las arrugas aparecen custodiando los ojos,
las manchas por el sol salpican el pecho,
los dolorcitos avisan de que 
tienes que empezar a cuidarte...
pero ahora de verdad.

Todo ello mientras mi mente vuela 
como la de una jovencita de 19 años...

Con más soltura y desparpajo,
con las ideas más claras,
pero al fin y al cabo...
con los mismos valores de siempre
con millones de carencias, 
y con montones de necesidades...

No quiero que os vayáis Veinte Años!