7.10.10

Mis palabras, jamás serán silenciadas

Millones de voces hablan,
ignorantes en sí mismas,
blandiendo su viperina daga,
entre el sentido de miles de palabras.

A boca abierta,
orgullosos de sus aberraciones,
seguros de su significado,
se afianzan en sus creencias
mientras invalidan y desprecian las ajenas.

La dama opinión
nunca entenderá de belleza,
de status social,
de veteranía o juventud.

Abocados a poder caer
en el abismo de la equivocación
bailamos con ella,
nos ceñimos a su cintura,
y fantaseamos dibujar
un vals perfecto.

Lejos de la realidad...
nuestros ojos cerrados,
ignorantes de la realidad,
nos maquillarán el desaguisado.


Yo,
conciente de ello,
de todas las zarzas y espinas
que ello pueda acercar.

Y mi opinión,
el más fiel reflejo de mi misma,
la única expresión de mi alma,
de mis sentimientos,
mis esperanzas,
mis anhelos y mis desgracias...
su énfasis el escudo...
mi temperamento la espada...

Como resultado:
Cada una de mis palabras.

Acertadas o equivocadas,
con fundamento explícito y reconocible o sin él,
mis palabras y mis sentimientos
dos hermanos gemelos
que sienten y expresan al unísono.

Indisociables,
inapelables,
únicamente disculpables
cuando puedan herir a sus hermanos ajenos.

Cada una de ellas,
jamás serán silenciadas,
por ninguna religión,
ninguna ideología,
ninguna creencia.

Por que lo más propio y definitorio de mi ser,
cada uno de mis valores,
los colores de mi enseña,
jamás dejarán de ser los que guíen mi vida,
mis acciones,
mis decisiones,
y que fundamenten mis opiniones.

Los asumiré,
tanto los acertados como los erróneos,
pidiéndo disculpas cuando sea necesario,
pero jamás dejaré de sentirlos
desde el fondo de mi alma.

No espero agradar a nadie,
no espero que nadie los comparta,
ni siquiera convencer al pueblo.

Sólo espero ser primero escuchada (no oída)
y después respetada.

Mis opiniones son las que guían mi vida,
mis opiniones son las que me hacen vivir.

Arriésgate a opinar por ti mismo,
es lo más propio que tenemos los seres humanos.