15.10.13

Hoy empiezo a vivir sin ti

Hoy pongo punto y final en esta historia.

Estas serán las últimas palabras que escribo,
las últimas que sangro,
las últimas que grito y derramo por ti.

No es un digno epitafio,
es simplemente la cosecha de aquello que año tras año has cultivado.

Es difícil de asumir,
mi subconsciente se niega a aceptarlo,
a darse por vencido,
a dejar de pensar en ti,
aunque sea para obligarse a ignorarte...

Me has mentido,
me has utilizado,
me has ignorado,
me has dejado tirada.

Me has tratado como una colilla,
has interpretado mi prudencia como ignorancia...
y mi bondad como idiotez,
has masacrado mis mejores sentimientos,
te has burlado de mi infinita paciencia,
te has reído en mi cara de tus desagradables fechorías...

Has prendido mis buenas intenciones,
las has dejado arder a tu antojo,
has tomado su calor cuando más frío hacía,
y has pisoteado mis brasas con saña,
viendo como se consumían bajo tu inexpresiva mirada.

Me encantaría odiarte desde mis entrañas,
me encantaría borrarte de mi vida en un soplido,
me encantaría ser inmune a tus envenenadas carantoñas...

No he sabido serlo,
tal vez no me lo he propuesto desde el fondo de mi alma,
desde cada uno de los milímetros de mi piel.

Ya está bien...
no voy a dejarme pisotear por nadie...

¡Hoy empiezo a vivir sin ti!

Sigo pensando lo mismo...

Aún recuerdo aquel día en que me dijeron:
- El día que te enamores de verdad, lo sabrás. -
A lo que yo respondía:
- Lo sé, me he enamorado de verdad. -

Once largos años y dos meses han pasado desde aquel día...
Once años de idas y venidas, de kilómetros de indiferencia separando nuestras vidas, que paralelas transcurrían viajando por diferentes paisajes, bañados por diferentes amaneceres, guiados por pensamientos que pretendían olvidar un cruce de miradas que jamás desaparecerá de mi mente.

Fueron nueve años desde aquel instante hasta que tus labios voluntariamente decidieron rozar los míos, parar en ese stop y permitir que nuestras carreteras se cruzaran en un insignificante segundo.
- Pellizcame por favor - te dije.
- ¿Por qué? - no entendías a qué venía eso.
- No puedo creer que esto sea cierto, dime que no estoy soñando...

Qué difícil fue vivir con ello en mis espaldas...
Vivir del recuerdo de un instante llamado a no volver a repetirse nunca jamás...
Cargar con ese lastre a mis espaldas, y volver a una vida errante buscando en cada una de las miradas un reflejo de tu paz, tu guerra, tus incoherencias...

En un amago de suicidio provoque que tus palabras cobraran vida, esas, que jamás se habían pronunciado.
Ese salto al vacío supuso la caída más grande de toda mi vida.
Tuve que buscar motivos para poder olvidarte, sacar tus defectos a la luz y vivir odiándote gracias a ellos.

Llegó la paz en mi vida...
Mis días de vivir aparte de ti fueron una efímera realidad...
Llegó ese momento en que quisiste acercarte a mi, invadiste todo mi terreno, mi mente, mi alma, mis palabras...

Han sido once años de incertidumbres que siguen marcando el rumbo de una vida con una única conclusión que jamás podré evitar...

Besos de diferentes labios hemos besado, otras caricias han rozado nuestro cuerpo... pero a pesar de todo ello...

Sigo pensando lo mismo.