23.7.06

En el borde del precipicio

Cada instante sabes que se acerca el momento, ves más próximo el instante en que caerás por el precipicio, porque sabes que es algo que vas a tener que pasar.
Llevas el arnés puesto, el paracaidas con hilos de seda en la mochila, consciente de ello sujetas la anilla con fuerza, pero sabes que los hilos que te unen al paracaidas son muy finos, que igualmente pueden hacerte pasar el salto más grande y agradable de tu vida, como que pueden hacerte caer en el abismo.
Sabes que llega el momento de saltar, sabes que tienes vértigo y que te tiemblan las piernas cuando piensas en echarte a la cara ese borde de la llanura que te obsesiona.
Lo sabes todo y esa es la razón que te hace sentirte como te sientes, el ser consciente de que estas sintiendo ese miedo a caer al vacío, el ser consciente de que hacer ese salto es la experiencia que más has querido en toda tu vida, la que te puede llenar... o vaciar por completo.
Es esa misma razón la que te hace tener más miedo que nunca, el no saber qué va a suceder cuando tu pie de el último paso sobre la llanura y comience a flotar en el aire... o comience a caer hacia su propia muerte.
Sabes que tus palabras enmudecerán, y tu corazón latirá con más fuerza que nunca cuando comiences a caminar hacia la incógnita: vivir o morir.
Tienes pánico porque se acerca el momento de prácticamente suicidarte, o de vivir plácidamente con eso que más deseas, porque los hilos de seda que aguantan a una ligera araña son demasiado finos para poder sujetar el peso de tu cuerpo y tu alma, de todo eso que vas a lanzar al vacío en un acto camicace, en el simple hecho de ponerte el arnés, y hacer el amago de correr hacia el vacío...
Sabes que vas a morir pero los monitores te dicen que hay vida después de llegar al suelo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La decision de dar el salto mortal es muy complicada, pero a veces es peaor vivir el miedo estático. Una vida sin emociones, es como un cuadro de espaldas a la pared, sin vida, sin voz. Te animo a que des el salto mortal, te lo dice una mujer atrapada por su arnés, que un día decidió quedarse con su miedo por miedo a salir corriendo. Dónde acaba el miedo y comienza el placer?